Edición 79

Columna Palabra Empeñada: Emprendimiento con responsabilidad social y ambiental / Jose Emilio Yepes

By 18 de noviembre de 2023No Comments

Viendo detenidamente los negativos indicadores económicos en un mundo convulsionado por las injustificables guerras, acompañados por una recesión en muchas regiones y países del planeta y con unos indicadores preocupantes por la falta de consumo (en parte debido a la carestía de muchos productos de primera necesidad), inquieta entonces y de manera alarmante, el futuro de nuestro amado y dolido país, que no ha sido capaz de salir de la tendencia critica de empobrecimiento que se siente y se vive, para la mayoría de actividades económicas, en cada uno de los municipios.

Y si a este panorama, para un país con dependencia agropecuaria como el nuestro, le sumamos los efectos climatológicos debido al calentamiento global y efecto invernadero, convierte a los campesinos colombianos en una población muy vulnerable debido a la mala calidad y falta de buenas cosechas por las inclemencias climáticas.

Pero y de igual manera, conocemos de la capacidad de resiliencia de nuestras gentes que nos llevara, seguramente a “encontrarle la comba al palo”.

Y para explicar las posibles alternativas, tomaremos al producto agrícola insignia de nuestro país, EL CAFÉ como referencia: todo inicia que si logramos diferenciar el café que estamos produciendo o comercializando, buscándole un mercado que logre apreciarlo, y ofreciendo una oferta comercial permanente y novedosa, lograremos un precio más justo del grano y el oportuno aprovechamiento de sus subproductos.

Es posible lograr que todos nuestros caficultores puedan tener buenas prácticas agrícolas en sus actividades y que sean reconocidas para obtener un mejor valor de compra del café en el mundo y que, ojala, sean sostenibles en el tiempo, trabajando además con el mejor grano del planeta, y con sus subproductos, como lo son: la pulpa del café, la cascarilla del grano seco, las flores ya secas en el árbol y sus ramas.

La pulpa del café y que corresponde al 25% del producto, es comúnmente para los caficultores un estorbo a titulo de basura que en algún momento contamina el aire, la tierra y las aguas, porque en su descomposición, no se aprovecha el gas metano que libera y que es altamente contaminante y no se aprovecha bien los lixiviados que libera dicha pulpa, contaminando la tierra y las aguas vertidas, además del mucilago de los granos de café (la baba que recubre el grano) y que corresponde al 5% genera un ácido húmico y fulvico que poco se aprovecha y que también contamina las aguas.

Estos dos subproductos, por ejemplo, pueden convertirse en unos productos que sirvan como alimento funcional y materia prima para bebidas energizantes en humanos, libre de gluten, totalmente vegano, rico en antioxidantes y con probióticos naturales, además, de la posibilidad de generar energía (capturando el gas metano) y de convertirse también, en fertilizante para los mismos cultivos de café.

La cascarilla del café seco, que equivale a un 20% del peso del café pergamino, es hoy bien apreciada bien sea como complemento alimenticio para concentrados de animales o como combustible para calderas y hornos.

La flor seca de café, puede servir para servirse como infusión en bebidas aromatizantes y las ramas de cafetos sirven para adornar ramos ornamentales de alto precio.

Y por último, poder lograr vender nuestro café pergamino o nuestro café procesado (trillado o tostado) a unos mercados que logren diferenciar nuestras buenas prácticas agrícolas, el origen del grano, la variedad de nuestros cafetales, la diversidad del beneficio (pelado y secado) con el que tratamos el grano, buscando al final del proceso que el esfuerzo se vea representado en el precio de venta.

Y eso es posible, si y solo si, hay cultura y voluntad de generar las condiciones para estos procesos y la disposición de la dirigencia gremial y política para este fin.

Las alternativas para consolidar al producto insignia de nuestro país, para darle estabilidad social al campo y salirle al paso a la crisis cafetera están dadas. Esperamos pues que la nueva gerencia de la Federación Nacional de cafeteros implemente a través de los comités municipales de cafeteros y su departamento de extensión la cultura necesaria para emprender el negocio desde otra perspectiva y que el gobierno nacional apoye de manera cierta y desde el ministerio de agricultura y desarrollo rural los rubros necesarios para lograr este fin.

Y como el café, muchos otros productos producidos en nuestras montañas, laderas y valles necesitan de una reingeniería para lograr colocarlos con un mejor valor agregado en el mercado local e internacional.

Es posible para nuestros campesinos emprendimientos con responsabilidad social y ambiental!

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