Creación desde los Márgenes
Arrierías 89
Carlos Alberto González Quitian*
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¿Más de una vez le han dicho al momento de resolver un problema, que su idea no sirve, que es absurda o ridícula, así sea potencialmente valiosa y prometedora? Revise su imaginario, tal vez la idea que usted ofrece está fuera del modelo mental de su audiencia o del estilo de pensamiento de sus interlocutores, de la lógica con la cual la examinan, o fuera del paradigma con que la juzgan.
Algunas ideas originales a menudo se evalúan como inútiles, intrascendentes, ridículas o de poco valor dentro del paradigma reinante, pero pueden ser valiosas, pertinentes y relevantes con el transcurso del tiempo, y al interior de otros contextos se les aprecie. La mayoría de los descubrimientos, mejoras e invenciones, en el momento de ser creados han sido calificados como absurdos e ilógicos, incluso insociales e inmorales ante el choque con el paradigma reinante y la incertidumbre que ofrece, dado que amenaza el “Estatu Quo”. El cambio por prometedor que parezca nos genera miedo.
Howard Gardner, creador de la teoría de las Múltiples Inteligencias (1983), demostraba cómo la mayoría de las invenciones antes de ser reconocidas no se ajustaban al pensamiento y al paradigma reinante y por esto se dificultaba el apreciarlas. La idea que hombre pudiera volar de Da Vinci, que la tierra no era el centro del Sistema planetario de Copérnico y que la tierra era plana son un buen ejemplo. En el Arte, los trazos toscos e irreverentes de Van Gogh o los atrevimientos del Greco alargando las figuras, la creación de líneas con la unión de planos de color y la incorporación de personajes fuera de tiempo y de contexto, fueron considerados signos de locura.
En el campo de los objetos como la fotocopiadora, el reloj a cuarzo y otras creaciones fueron rechazadas, algunas retrasadas o mal aprovechadas, su evaluación inicial fue negativa en cuanto a utilidad, pertinencia y relevancia, o en forma contraria miles de objetos, procedimientos y métodos considerados exitosos bajo un paradigma, lo han dejado de ser cuando el paradigma desaparece o se transforma.
En tiempos de crisis se agudiza el problema debido a que nos gusta la certidumbre y la confianza que ofrecen los paradigmas, éstos protegen. Pero igual esta certidumbre puede producir efectos nocivos para el desarrollo, como la “Parálisis paradigmática” y la enfermedad de la “Certeza ciega”, que no permite cambios y avances, hasta el punto de llegar al extremo de creernos nuestras propias mentiras, deformar la realidad, y volvernos expertos en equivocarnos con verdadero acierto.
Con frecuencia, descalificamos o dejamos de lado a personas talentosas y visionarias por soñadoras o deconstructivas; no aceptamos la ambigüedad y la incertidumbre que nos genera la divergencia en busca de alternativas y nuevas posibilidades, o al hecho de desarmar y revertir. En general sus ideas no las apreciamos por ser planteamientos atrevidos, poco convencionales, no muy aterrizados y con poca elaboración; generalmente desperdiciamos con ello ideas importantes y caminos con tesoros, por el miedo que nos produce el cambio a lo desconocido que nos puede agredir o herir.
Estamos acostumbrados a estar resguardados, a la tranquilidad y la comodidad, así la condición que vivimos sea falsa, no coherente o en casos funesta; pesa más en estos casos, el temor a lo desconocido, a la ambigüedad y a la incertidumbre. Despreciamos la divergencia por el miedo que nos causa transitar por caminos poco conocidos, esto es generado por un proceso cerebral primario de defensa. Deseamos siempre estar seguros y resguardados, porque nos consideramos ante la naturaleza y el medio seres frágiles y vulnerables.
¿Pero cómo identificar una idea valiosa y con potencial, desde el pavor que nos genera el cambio? Por supuesto, a través del cultivo de un imaginario simbólico amplio, un pensamiento crítico y el manejo flexible de los paradigmas existentes. ¿Son contraproducentes los paradigmas?, ¿Cómo identificar un paradigma?, ¿cómo poder mirar en sus márgenes, sin perder el equilibrio?
Un paradigma se define como un conjunto de patrones, referentes y normas con los que nos contextuamos en torno campo determinado, es todo el supuesto sobre la vida misma que se construye con nuestros saberes previos, los conocimientos adquiridos, la experiencia, y la base de datos que nos ofrecen nuestros modelos mentales. Estos supuestos conforman referentes que nos contextúan y guían, son un muro con el cual delimitamos, nos orientamos, nos protegemos, pero… ¡También buena parte de las veces nos encerramos y nos encarcelamos!
T. Khun (1962) define el paradigma como el conjunto de prácticas y saberes que determinan un ámbito y una disciplina, sus conceptos, escenarios y procesos. El paradigma se construye y se alimenta a través del conocimiento aceptado, regulado por la Ciencia y la Cultura que nos ofrece seguridad, son útiles, aunque generan una paradoja: Los descubrimientos y las innovaciones cambian paradigmas, pero los paradigmas dificultan los descubrimientos y las innovaciones.
J. Barker (2000), crea el concepto de “Efecto Paradigma”, en referencia a los esquemas mentales y las certidumbres que no dejan ver más allá de los marcos que los determinan y rechazan todo lo que no se acomoda a ellos, dado que nos ofrecen al interior seguridad y certeza.
Estamos delimitados por los paradigmas que la cultura edifica. No es grave el tener paradigmas, pero sí lo es cuándo se sufre de “Parálisis paradigmática”, término acuñado por Barker, para describir el aferrarse a ultranza a ellos, lo que nos deja presos y propensos a contraer las enfermedades de la terquedad y la Certeza ciega. Tanto la Parálisis paradigmática, como la Certeza ciega, nos llevan buena parte de las veces a formular el problema que no es y a resolverlo como no debe ser, nos lleva a convertirnos en una eficiente máquina pulverizadora de sueños y fantasías, en los que está probado por la ciencia se encuentran incubadas la mayoría de las innovaciones.
Se identifican fácilmente las certezas ciegas en nuestro entorno, cuando nos sentimos en extremo aferrados a una idea o a un sistema, demasiado cómodos con nuestro hacer, cuando estamos por la rutina confiados en exceso, cuando somos inflexibles ante la posibilidad de una nueva situación o conocimiento, cuando con la experiencia por ser testigos directos nos nubla la razón, o cuando actuamos de manera autómata porque así siempre se ha hecho. Algunos muros paradigmáticos nos ofrecen reposo y abrigo, son un cobijo, un resguardo; pero igualmente con un temblor o remesón bien sea natural o creado por una crisis, esos muros pueden aplastarnos.
Precisamente estamos en tiempos turbulentos y de incertidumbres, situaciones de cambio por la Naturaleza, la Ciencia y la Tecnología, también por las nuevas miradas y perspectivas. La Ciencia cuyos frutos son cambiantes, nos expresa que es necesario aprender a ver desde los márgenes y acariciar potencialidades así nos parezcan ridículas o inaceptables.
A.Osborn (1993), crea una popular técnica basada en el juicio pospuesto: el ”Brainstorming” o Tormenta cerebral, la cual permite generar ideas sin prejuicios, jugar con la incertidumbre y se aprende a caminar en la ambigüedad y lo inestable, se aprende a leer en lo borroso y en lo oculto. Una buena forma de develar, es el transitar ligero de equipaje, siempre con mentalidad de aprendiz, abrigado con las pieles de la creatividad, asombro, motivación intrínseca, imaginación, conocimiento provocador, divergencia, lúdica y valores de vida; soltando las cadenas que nos atan a los muros de los paradigmas. Muros que se engrosan con los bloqueos perceptivos, conceptuales, emocionales, socioculturales y organizacionales que en la cotidianidad construimos.
El conjunto de bloqueos refuerzan los muros paradigmáticos, los cuales aplastan las ideas creativas y reducen la producción y desarrollo de las mismas, al extremo de perturbar la percepción, el raciocinio y hasta el juicio, en tal forma, que adecuamos las estructuras mentales y nuestros esquemas para que nuestra mente no observe la realidad, o la deformamos para que ésta se acomode a nuestros esquemas, así nos aseguramos en creernos nuestras propias mentiras y a sustituir la realidad mediante falsas representaciones.
Además de aprender a pensar desde los márgenes y a remover barreras, es importante visualizar la potencialidad de las ideas; estamos acostumbrados como popularmente se dice: -a tirar al niño junto con el agua sucia de la bañera-. Se ha establecido que muchas veces desechamos ideas valiosas por un pequeño porcentaje de aspectos que no encajan o no sirven. Es necesario aprender a identificar y alentar las ideas, examinando su originalidad, su pertinencia y relevancia, aislarla de lo que la enloda, ataviarla de emocionalidades cálidas para enfrentar la crítica, acicalarla para generar lazos cognitivos y emocionales de empatía. Recordemos que la gran mayoría de creaciones e innovaciones en el segundo anterior de ser reconocidas eran rechazadas.
F.Schnitman(2005) expresa: “El Mundo es rico en evoluciones impredecibles, lleno de formas complejas y flujos turbulentos, caracterizado por relaciones no lineales entre causas y efectos, y fracturado en escalas múltiples de diferente magnitud”, y como dice E. Morin (2006): “aunque conservemos y descubramos nuevos archipiélagos de certidumbre, debemos saber que navegamos en un océano de incertidumbre”.
En lenguaje literario, la obviedad de la incertidumbre en forma magistral la expresa el poeta José Manuel Marroquín en la introducción a su célebre poema: la Perrilla: “…es flaca sobre manera toda humana prevención, pues en más de una ocasión, sale lo que no se espera”.
Para tiempos huracanados y turbulentos la mejor forma de sostén, es la cordura del atrevimiento, el divergir y vivir de forma consciente con la incertidumbre, con los paradigmas como estructuras flexibles, ligeras y móviles, tal que nos garanticen junto con la seguridad y el abrigo, trampolines para saltar los muros hacia mundos posibles. ¡Tenemos que anticiparnos e Inventar el Futuro, la Creatividad y la Innovación el mejor proveedor!
*Arq. Mgs. Desarrollo Educativo y Social.
