Arrierías 94
Rafa Davidzen

Mi propuesta para este ensayo es considerar el territorio como texto vivo, ese libro es Caicedonia, y sus hojas su historia.
La noción de palimpsesto, un manuscrito donde se ha borrado la escritura anterior para dar paso a una nueva, ofrece una metáfora poderosa para entender la historia local de Caicedonia y su intrincada relación con la Cordillera Central. Este territorio no es solo un espacio geográfico, sino un complejo entramado de capas de historia, donde las huellas de culturas prehispánicas milenarias, la violenta llegada de los europeos, la posterior colonización y los ecosistemas han dejado marcas indelebles, han impregnado cada hoja del libro llamado por la última colonización: Caicedonia. En este sentido, es un palimpsesto donde las historias se superponen, se borran parcialmente y resurgen, ofreciéndonos una lectura interesante del pasado y sus ecos en el presente. Aunque reescritas, muchas de sus páginas conservan la memoria, aun cuando para muchos pase desapercibida.
Antes de la llegada de los europeos, la región que hoy conocemos como Caicedonia estaba habitada por diversos grupos indígenas, principalmente pijaos (buliras, bintima, entre otros), quienes habían desarrollado una profunda conexión con su entorno. Su cosmovisión, arraigada en un profundo conocimiento del territorio, se reflejaba en prácticas económicas, sociales y espirituales. La microverticalidad, el aprovechamiento de recursos en diferentes altitudes, les permitía acceder a una amplia gama de alimentos y materiales.
Tanto los buliras y los bintima habían desarrollado redes de intercambio: El comercio de sal, proveniente de lugares como Los Quingos, El Salado y Consota, articulaba redes de intercambio entre los pijaos y otros grupos, como los quimbayas. Estas rutas comerciales no eran solo caminos de intercambio, sino también de interacción cultural y posible intercambio genético, confluyendo en procesos de etnogénesis en zonas de frontera.
Para los buliras y los bintima, la tierra no era simplemente un recurso, sino un espacio sagrado, donde los lugares de conexión y otros sitios rituales establecían una relación espiritual con sus ancestros. La cordillera representaba la serpiente Molá. La serpiente fue responsable de la formación de una parte significativa de la geografía pijao, incluyendo la cordillera Central, desde el nevado del Tolima hasta el cerro de Pacandé. En su trayecto, creó varios lugares sagrados, y uno de ellos fue precisamente la tierra ancestral de Caicedonia. La deidad reptiliana creó el río de Bulira hoy denominado Barragán (Bocanegra menciona el río de Bulira, en una de sus incursiones al valle de Bulira, hoy en el Caicedonia en su palimpsesto histórico). Y el río originó una relación profunda con los anfibios, las ranas sagradas que se pueden apreciar en los diversos objetos arqueológicos de la Casa de la Cultura de Caicedonia.
Los asentamientos se adaptaban a la diversidad de ecosistemas, desde el bosque seco tropical del valle hasta los bosques andinos de la cordillera Central. Esta adaptación al entorno fue una respuesta a la complejidad geográfica de la región. Cada recodo del valle de Bulira y del valle del río Pijao, fueron aprovechados para extraer recursos valiosos, desde oro, arcillas, pigmentos, algodón, alimentos, hasta la vital sal. En 1975, Bruhns reconoció la sal como parte importante de un comercio prehispánico en Caicedonia.
La llegada de los españoles marcó una ruptura dramática en este equilibrio. Los europeos trajeron consigo una cosmovisión diferente, donde la naturaleza era vista, a menudo, como un recurso a ser explotado, y no como un espacio sagrado con el cual se debía coexistir. Los castellanos trataron de borrar la memoria de los pueblos indígenas persiguiéndolos, capturándolos, y en muchas veces volviéndolos esclavos, siervos y mitayos.

Fue así con esa visión ex profeso del bosque, que los españoles observaban con recelo y no de buena gana a las zonas montañosas y selváticas de la cordillera Central, pues representaba en sus cosmovisiones un locus horridus, un lugar inhóspito, peligroso y salvaje. Este rechazo se contrastaba con su ideal de locus amoenus, las sabanas y valles que les recordaban a sus tierras de origen. Esta visión influyó en la forma en que ocuparon el territorio, prefiriendo los valles y evitando las montañas, con sus duendes, brujas, demonios y fieras.
La extrema resistencia pijao ante la invasión española generó un largo periodo de conflictos conocido como “la guerra de los pijaos”, en la que las montañas de Caicedonia se convirtieron en refugio y fortaleza para los indígenas. Diversas historias que narran las relaciones cuentan de indígenas capturados, sometidos y asesinados, una de ellas la más sangrienta, la que describe la matanza de 124 indígenas incluyendo niños, mujeres y ancianos, bajo la expedición punitiva de Pedro Sánchez del Castillo encomendero de los quindos, que se plasmó en su informe de 1584, y que tuvo lugar en el territorio meridional a Cartago Viejo (hoy Pereira), incluyendo lo que actualmente es Caicedonia. Hojas de la historia, no conocidas por la mayoría ya se habían escrito antes de la independencia y la formación de la República y de la denominada “Colonización antioqueña” que también rescribió la historia local, pero no la borró del todo.
Los españoles establecieron fronteras tanto materiales (ciudades, caminos) como simbólicas (lugares terribles). La idea de una «marca forestal andino castellana» la cual he propuesto para la región que hoy comprende Caicedonia y municipios vecinos, sugiere que las representaciones mentales y culturales influyeron en la percepción y el uso del espacio por parte de los europeos, que huyeron del bosque y de las profundas y oscuras quebradas del territorio Bulira que parafraseando a fray Pedro Simón “se parecían más al infierno que a una obra de dios”.

El resultado de estos encuentros y desencuentros es un palimpsesto territorial. Las huellas de las culturas prehispánicas se superponen con las de la colonización española y las dinámicas posteriores. Los pijaos tampoco eran nativos en el libro de la historia de Caicedonia. Ellos llegaron a este territorio expulsados por los panches del otro lado de la cordillera Andina, desplazando a otras comunidades que antaño ocupaban este territorio. De acuerdo con Cieza los quimbaya también habían llegado a la zona norte desplazados por el cacique Irrúa.
Según Rivet, los quimbaya tenían una lengua distinta de los pijaos. Sin embargo, ambas culturas parecen proceder de un mismo origen Karib. Duque Gómez, interpretando las crónicas de Pedro Cieza de León- argumenta que los quimbayas “habían llegado a la zona que ocupaban en el siglo XVI, procedentes del norte de la región situada al suroeste de los carrapas, de la cual habían sido expulsados por las fuerzas del cacique Irrúa. Con relación a lo anterior, Cieza escribió:
También antiguamente no eran naturales estos indios de Quimbaya; pero muchos tiempos ha que se entraron en la provincia, matando a todos los naturales, que no debían ser pocos, según lo dan a entender las muchas labranzas, pues todos aquellos bravos cañaverales paresçe haber sido poblado y labrado, y lo mesmo las partes donde hay monte, que hay árboles tan gruesos como dos bueyes, más; donde se ve que solía ser poblado.
Aquí también estuvieron Los Bugas. Fue entonces una dinámica común los desplazamientos indígenas por guerras intertribales en la zona del Quindío.
A pesar de la transformación del paisaje, la cordillera Central en la zona de Caicedonia conservó áreas de bosque subandino y montano. La percepción de esta zona como locus horridus por los españoles, que evitaban adentrarse en sus intrincados caminos, contribuyó a su conservación durante la Colonia.
La configuración espacial de Caicedonia, con sus zonas de transición entre el valle y la cordillera, reflejó las antiguas fronteras entre grupos indígenas y entre estos y los españoles. Leonor Herrera describió dicha transición hasta el río Barragán. Caicedonia entonces fue territorio de frontera. Inclusive en su aspecto geológico hay cambios en la estructura del suelo, frente a la geología de su vecindario. La historia de Caicedonia entonces no se restringe a la colonización antioqueña. Este territorio no era ni virgen, ni vacío de historia, ni terra incógnita como lo advirtió Parsons. Simplemente era un territorio desconocido que apenas está desempolvando las hojas más antiguas de su historia.
El despoblamiento indígena y la percepción de las montañas como zonas de difícil acceso durante la Colonia, facilitaron la posterior migración antioqueña en el siglo XIX, proceso que reescribió el palimpsesto con nuevas narrativas.

Los vestigios arqueológicos, desde los cementerios prehispánicos hasta los caminos antiguos, son testimonios tangibles de las diversas capas de historia presentes en la región, hasta este momento la historia y la arqueología hablan de más de 7 capas. Una de ellas escrita principalmente antioqueños y otros colonos desde el siglo XIX.
La importancia de la sal como producto de intercambio se mantuvieron hasta el siglo XX, y los vestigios de estas rutas comerciales, aunque poco visibles, constituyen un hilo conductor a través del tiempo.
Caicedonia, como palimpsesto, nos invita a una lectura profunda y reflexiva de nuestro pasado. Las huellas de las culturas prehispánicas, la Conquista y la colonización nos recuerdan la complejidad de nuestra historia y la importancia del diálogo intercultural. Al reconocer las diversas capas de este palimpsesto, podemos construir un presente más consciente y un futuro más inclusivo, donde el legado de nuestros ancestros y la sabiduría de los pueblos originarios sean valorados y respetados.
El estudio de las sociedades prehispánicas requiere una comprensión profunda de la intrincada relación entre cultura y medio ambiente. En el caso de los pijaos, específicamente las parcialidades buliras y bintima que habitaban la región que hoy corresponde a Caicedonia, en los siglos XV, XVI y XVII, el medio ambiente no fue un mero telón de fondo, sino un agente activo que moldeó sus patrones de asentamiento, sus estrategias de subsistencia y su organización social1. La diversidad de ecosistemas presentes en esta zona, enmarcada por la cordillera Central, generó una dinámica espacial particular, caracterizada por la microverticalidad y una dispersión que se acentuó con la llegada de los españoles.
Según FUNAGUA (2010), en Caicedonia se distinguen cuatro ecosistemas principales, distribuidos entre el Orobioma Bajo de los Andes (OBA) y el Orobioma Medio de los Andes (OMA). En el OBA se encuentran el Bosque Medio Húmedo en Montaña Estructural-Erosional (BOMHUMS), caracterizado por suelos de baja fertilidad y especies arbóreas como el matarratón y el arboloco. También está el Bosque Medio Húmedo en Piedemonte Diluvial (BOMHUPD), con suelos aptos para la guadua, lo cual fue aprovechado por las comunidades indígenas para la agricultura. En el OMA, se identifican el Bosque Muy Frío Muy Húmedo en Montaña Fluvio-Gravitacional (BOSMHMH), con suelos de ceniza volcánica y flora como el encenillo y el aliso, y el Bosque Frío Húmedo en Montaña (BOFHUMH), que proporcionaba una gran variedad de recursos.
La microverticalidad, una característica clave de las sociedades andinas dispersas como los pijaos, se manifestó en el uso estratégico de estos diferentes ecosistemas. Las comunidades no se limitaban a un solo nicho ecológico, sino que establecían patrones de movilidad para acceder a recursos variados en diferentes altitudes, como alimentos, materiales para construcción de viviendas, plantas medicinales y otros. Esta práctica les permitía diversificar su dieta, mitigar riesgos ambientales y aprovechar al máximo la oferta ambiental de su territorio. Los buliras y bintima, asentados en la zona de Caicedonia, probablemente combinaban el cultivo de maíz, yuca y plátano en las zonas más bajas, con la recolección de frutos silvestres y la caza en las zonas montañosas, adaptando sus prácticas a la disponibilidad de recursos en cada ecosistema.
La dispersión en pequeñas aldeas fue otra estrategia de adaptación al medio ambiente y, a la vez, un rasgo distintivo de los pijaos. A diferencia de las grandes concentraciones urbanas de otras culturas Andinas, los pijaos se organizaban en pequeños asentamientos distribuidos a lo largo de las cuencas hidrográficas y los diferentes pisos térmicos. Esta dispersión les permitía tener un mejor acceso a los recursos, evitar conflictos internos y, sobre todo, dificultar su localización por parte de otros grupos, incluyendo los españoles. Esta forma de asentamiento también refleja una estructura social menos jerárquica y más flexible, basada en el parentesco y en alianzas entre parcialidades.
Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, esta dispersión se intensificó como una estrategia de resistencia y defensa. Los pijaos, conscientes del poderío militar de los invasores, evitaron establecer grandes centros poblados que pudieran ser fácilmente atacados. En cambio, optaron por diseminarse en el territorio, refugiándose en las zonas más montañosas y boscosas, donde podían aprovechar su conocimiento del terreno y dificultar el avance de las tropas españolas. Esta táctica, unida a su habilidad en la guerra dispersa, hizo que la conquista de la región pijao fuera un proceso largo y costoso para los españoles.

En este sentido, el medio ambiente funcionó como un aliado estratégico para los pijaos. Las condiciones geográficas, con sus montañas escarpadas, bosques densos y ríos caudalosos, les proporcionaban refugio, rutas de escape y recursos para la supervivencia, a la vez que obstaculizaban el avance de los españoles. Los españoles, por su parte, preferían establecerse en los valles, donde las condiciones eran más similares a sus lugares de origen. Esta diferencia en la adaptación al medio ambiente influyó en la dinámica del conflicto y en la formación de fronteras culturales entre ambos grupos, dichas fronteras generaron la marca forestal andino castellana, un territorio tapón a semejanza de las marcas forestales en España.
Es importante resaltar que, si bien la dispersión fue una estrategia clave para la supervivencia de los pijaos, también generó un impacto en su organización social y política. La necesidad de coordinación y cooperación entre las diferentes parcialidades dispersas pudo haber llevado a la formación de alianzas más amplias y a una mayor cohesión cultural. Sin embargo, también es posible que la dispersión haya dificultado la creación de estructuras políticas centralizadas, lo que a su vez influyó en su resistencia ante los españoles.
De esa manera, el medio ambiente desempeñó un papel fundamental en la distribución de los pijaos, incluyendo buliras y bintima, en la región de Caicedonia durante el siglo XVI. La diversidad de ecosistemas, la práctica de la microverticalidad, la dispersión en pequeñas aldeas y la intensificación de esta dispersión como estrategia de resistencia ante los españoles son todos elementos que dan cuenta de la relación activa y dinámica entre cultura y medio ambiente. Este análisis, al enfatizar la función activa del medio ambiente, nos permite comprender mejor la complejidad de las sociedades prehispánicas y cuestionar las categorías simplificadoras que a menudo se utilizan en su estudio. Es necesario seguir investigando las dinámicas de las comunidades andinas dispersas, como los pijaos, para tener una perspectiva más amplia y precisa de la historia prehispánica de la región andina.
La historia regional, particularmente la de la época prehispánica y la Conquista en Caicedonia, Valle, es crucial para entender cómo las sociedades indígenas aquí aposentadas en los siglos XV, XVI y XVII d.C., como los pijaos (buliras y bintima), interactuaron con su entorno y cómo sus vidas fueron transformadas por la llegada de los españoles. Esta historia no es solo un relato del pasado, sino un conjunto de elementos que influyen en la configuración del presente.
Caicedonia no es solo la colonización antioqueña. Es un territorio complejo de historias que van más allá de 5.000 o 6.000 años de historia humana, desconocidas, pero imposibles de borrar por estar impregnadas en la tierra, en los estratos del suelo. Caicedonia es un verdadero palimpsesto de historias por dilucidar.
Referencias
Aguado, P. de. (s.f.). Recopilación historial (Vol. 2). Biblioteca de la Presidencia.
Castaño, R. (2022). ¿Quiénes eran los bintima o bintimay, los verdaderos habitantes de la Caicedonia ancestral en los albores del siglo XVII? – En www.arrierías.com
Castaño, R. (2024). Límites y fronteras del imperio hispánico en el valle alto del río Cauca En “la otra banda”, ciudades de Cartago y Buga, siglos XVI y XVII, Gobernación de Popayán. En edición.
Castaño, R. (2001). Argelia: rastros de un nuevo paraíso arqueológico prehispánico en el Valle del Cauca. Cespedesia, 24(75-78), 177-230.15…
Colmenares, G. (1989). Convenciones contra la cultura. Tercer Mundo Editores.
López, C. E., & Cano, M. C. (2004). Cambios ambientales en perspectiva histórica. Proyecto UTP-GTZ.4
Simón, P. (s.f.). Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales.
Bibliografía básica adicional:
Archivo General de Indias (AGI). Pares: informe de la guerra de los pijaos.
Archivo Histórico Nacional (AHN).
Bruhns, K. (1990). Ancient Pottery of the Middle Cauca Valley, Colombia. University of Florida Press.
Cano, M. C. (2002). Arqueología Preventiva en el Eje Cafetero. Reconocimiento y Rescate Arqueológico en los Municipios de Jurisdicción del Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero, FOREC.
Duque L. (1970). Los Quimbayas, reseña etno-histórica y arqueológica. (Bogotá, ICA- Imprenta Nacional, 1970),
Cieza de León, P (s.f.) La Crónica del Perú. Cap. XXIV. Ob. cit.,79
Friede, J. (1978). Los Quimbayas bajo la dominación española. Carlos Valencia Editores.
Lucena Salmoral, M. (1965). Historia Extensa de Colombia. Ediciones Lerner.
Rafa Davidzen es seudónimo de Rafael Antonio Castaño Vélez. Autor.
Para mayor información favor escribir al correo: rafadavidzen@gmail.com
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Se prohíbe la publicación sin la expresa autorización del autor. Copyright 2025 por Rafael Antonio Castaño Vélez.
Si desea acceder a una mayor información sobre este tema, les recomiendo el libro “Fronteras, límites y periferias del Imperio Hispánico en el valle alto del río Cauca, provincias de Cartago y Buga, siglos XVI y XVII” favor enviar un email al correo referenciado arriba.
Otras publicaciones del autor están disponibles en la revista digital arrierías. En números anteriores efectuadas por el autor:
Arrierías número 49: Alegorías en la “Sierra Alta de los Pijaos” durante la época Colonial. Ver: https://www.arrierias.com/alegorias-en-lasierra-alta-de-los-pijaosdurante-la-epoca-colonial-autor-rafael-davidzen/
Arrierías número 50: ¿Por qué los Pijaos hurtaban las campanas católicas?
Ver: https://www.arrierias.com/por-que-los-pijaos-hurtaban-las-campanas-catolicas-por-rafa-davidzen/
Arrierías número 51: Que significó la exclamación ¡Santiago y a ellos! En el sur del Quindío.
Arrierías número 52: ¿Fue la hoya del Quindío tierra de frontera cultural prehispánica?
Arrierías número 54: ¿Quiénes eran los bintima o bintimay, los verdaderos habitantes de la Caicedonia ancestral en los albores del siglo XVII?
Arrierías número 55: La historia desconocida de los buliras de Caicedonia y del sur del Quindío. Parte I.
Arrierías número 72: ¿Qué tipos de animales sagrados existieron en Caicedonia?
Ver: https://www.arrierias.com/que-tipos-de-animales-sagrados-existieron-en-caicedonia-por-rafa-davidzen/
Arrierías número 73 y 74: Acerca del vacío investigativo de 250 años de historia antes de Caicedonia (siglos XVII y XVIII)