Segunda Parte

Colonia y República dos visiones políticas que afectaron la movilidad por tierras entre los siglos XVII y XIX, en la región del sur del Quindío.

El autor en mención quiso dar respuesta a estos interrogantes desde una mirada tecnológica de la producción. De esa manera afirmó: “la respuesta estará ligada a la precariedad de las tecnologías agropecuarias y sanitarias de la Corona. Así, los castellanos fueron incapaces de sobrevivir en donde habían prosperado los quimbayas.” Los aspectos económicos y tecnológicos fueron muy importantes. Sin embargo, hay otros aspectos como el normativo. Recordemos que el período de transición de la Colonia a la instauración de la República, aconteció con la incorporación de leyes que permitieron mayor movilidad social por tierras. Durante la monarquía española, el asunto era muy centralizado, y en manos de unas élites que concentraban la tierra. Tres aspectos caracterizaron la tenencia de la tierra durante la Colonia: 1. Regulación centralizada: La Corona española tenía un control estricto sobre las tierras y su distribución. El sistema de propiedad de la tierra estaba fuertemente regulado y la adquisición de tierras baldías estaba sujeta a autorización real; 2. Control por las élites: La propiedad de la tierra estaba concentrada en manos de la aristocracia colonial y la iglesia. Las élites tenían un acceso privilegiado a las tierras y, a menudo, se beneficiaban de los recursos y el trabajo de los indígenas y afrodescendientes; y 3. Encomiendas y haciendas: El sistema de encomiendas asignaba tierras y mano de obra indígena a los encomenderos. Posteriormente, las encomiendas evolucionaron hacia haciendas, grandes propiedades rurales que concentraban la producción agrícola y ganadera. En otras palabras, había poca movilidad social de ciertos sectores menos privilegiados en torno al acceso de tierras. Sin embargo, algunos sectores económicos pudieron enriquecer a las familias más cercanas al poder que aspiraban a concentrar más tierras debido a la gran cantidad de estas en manos de la Corona. Eso generó descontento y fue factor decisivo para la campaña libertadora. Ya para el período republicano, se incorporaron normas tendientes a una mayor distribución. Aunque esto no disminuyó los privilegios de criollos quienes ya venían concentrando la tierra desde la monarquía. Los resguardos indígenas por el contrario si sufrieron la reducción paulatina de sus territorios.

Bosque y simbolismo en el sur del Quindío siglos XVII y XVIII: el locus horridus en el imaginario castellano, después de la guerra de los pijaos.

Uno de los aspectos fuera del normativo, y del económico, que explica el vacío de 250 años de despoblamiento del sur del Quindío, – incluyendo el territorio antes de Caicedonia-, puede ser el aspecto simbólico. Si analizamos el profundo simbolismo que en los siglos XVI y XVII caracterizó al bosque y la montaña en la mente del poblador de ascendencia castellana, que es posible encontrar en la literatura de la época. Una vez organizado el rompecabezas, se hará visible la red de ideas que posibilitan la emergencia de significados terroríficos y sagrados con relación al bosque. No pretendo que sea una explicación unilateral al fenómeno de despoblamiento del territorio en siglos mencionados, ni mucho menos. Sabemos que en la complejidad de la realidad social intervienen otros factores ya mencionados además de las concepciones culturales y ambientales.

En primer lugar, el temor del castellano frente al bosque provenía de un fuerte simbolismo asociado con las creencias de la época medieval. El bosque se presentaba ante el español medieval caracterizado por sus sombras, sus oscuros, su vegetación espesa y espinosa, en fin, como un locus horridus : “la espesura “horribilis” acoge los miedos más primarios, además de peligros muy reales, como las fieras o los bandidos (o los “bárbaros” en el caso del Nuevo Mundo)” (Triviño, s.f.).

El locus horridus, encarnó a la sierra andina, siendo visibles a los ojos de Fray Pedro Simón y Diego de Bocanegra, quienes para describir lo que de la montaña sentían, escribieron frases como “oscuros bosques”, “ásperas breñas o peñoles”, “oscuras quebradas”. Además, la tenebrosidad hizo parte de la poética de Juan de Castellanos quien magistralmente combinó su pluma con el asombro, avisando una realidad cargada de rechazo simbólico con relación a los Andes: “Dejando los albergues agradables, / los campos y zabanas apacibles, /por las montañas van inhabitables / y lugares que son inaccesibles, / Y con trabajos tan intolerables / Que no pueden pintarse de terribles: / Obscuros bosques, ásperos breñales, / Avolcanadas tierras, canagales./” .

El locus horridus, no solo se presenta como un sitio indeseado, sino que forma una frontera simbólica-natural, según Triviño, “actúa como frontera contra los peligros, a modo de muralla natural, y sirve como refugio para todo aquel que abandona la civilización”. Precisamente, este espacio sirvió como refugio a los pijaos a quienes se les calificó como salvajes carniceros comedores de carne humana. La cordillera Andina del sur del Quindío o sierra Alta de los Pijaos, connotó un locus horridus, para sustentar dicha visión analicemos los siguientes aspectos.

Observemos el tratamiento que proporcionó en 1586, el fraile Pedro Simón a la región de bulira, territorio de habitación del cacique Chanama (probablemente zona alta de una afluente del actual rio Barragán):

“Fuéronse entrando más en la provincia y en cierto paso con la buena industria del Capitán, hubieron a las manos una espía, que sirviéndoles de guía en unas profundísimas y oscuras quebradas, que más parecían retratos del infierno, dieron con los ranchos del valeroso indio Chanama…”

En un informe de 1606, el Capitán Domingo de Erazo describió la Sierra de los Pijaos:

“…la que ocupan los yndios reveldes es toda montuosa y de ásperas sierras en distançia de çinquenta leguas de largo desde los términos de la çiudad de Ybagué y Cartago asta los de Timaná y Popayán y tienen su avitacion en muy hondas quebradas de la mayor aspereza y rigor de la montaña”

Lo simbólico también estuvo presente en 1607, en el Real de Bulira y nombre de la Trinidad, fuerte que representaba en las vertientes de Popayán, lo mismo que el San Lorenzo a las vertientes de Chaparral, durante la “guerra de los pijaos”.

Cerca del fuerte, se encontraban las provincias pijaos de canchuma, bintima y toturanbo catalogadas por el Padre Fray Pedro Simón con el topónimo castellano de “espantosas”. Debido a que el paraje donde se hallaba el fuerte era bastante solitario, cerca del páramo y quizá localizado en alguna mesa cerca de las cumbres de la cordillera Central; según Lucena, en 1607 hubo en dicho fuerte un intento de deserción de cinco soldados, por acoso constante de los pijaos. La tentativa de deserción fue controlada. La cordillera no solo atemorizaba, sino también los indios que allí estaban.

Esa visión espeluznante de la sierra alta de los Pijaos, estuvo presente en el imaginario de Juan de Borja quien en 1608 la consideró “la de mayor aspereza que se conoçe en todas las Indias de altísimos cerros y quebradas hondas, espesísimos bosques y muchos riscos y despeñaderos de muy gran peligro sin apaçibilidades de tierra llana con mas apropiada disposición para fieras que para avitacion de hombres humanos” .

En contraste con la visión castellana de la sierra Andina como un locus horridus; sus habitantes ancestrales los indios pijaos, opositores acérrimos del castellano, la consideraban un lugar no solo lleno de encanto sino su espacio sagrado.

En los pocos topónimos que aún se conservan de su lengua primitiva, se evidencia esa visión sagrada hacia los elementos de la naturaleza. La sabiduría ancestral logró conjugarse con el lenguaje produciendo el mito. Toda una arqueología del lenguaje con el páramo, el río, el bosque y los animales como protagonistas. Así lo testifica la etnohistoria que comparten el Nuevo Reino y Popayán, encontrándose toponímicos con el prefijo to, (morfema diferenciador de divinidad) : To-lima (montaña con nieve sagrada); to-turanbo (¿Páramo sagrado donde hoy es Barragán?); to-tumo (¿Páramo sagrado donde hoy son Las Hermosas?). Así mismo, la palabra to-tujandí, que representaba al árbol sagrado de los indios guazábara de Buga (Tascón 1938), tiene alguna relación con la lengua pijao; igual to-nasí (o tunasí), to-nuro, to-nuxo y to- y-che.

Para los pueblos pijaos del Tolima, el río Amo-yá continúa siendo la serpiente sagrada, como también lo fue para sus ancestros de Popayán: Baba-yá (¿nacimiento del río Tuluá?), Ego-yá y Bega-yá, (dos quebradas cercanas a Cartago en 1540) inclusive quimba-ya pudo referirse al hoy conocido como río La Vieja, posible topónimo de sus antiguos habitantes, antes de ser expulsados de esa región por los invasores del norte. El agua, los árboles, los páramos, los animales, todo era divino. (Cortes 2018)

En el bosque andino pervive Locomboo diosa Pijao de la abundancia. En sus disminuidos relictos boscosos los pueblos pijaos continúan sembrando su sustento y realizando el intercambio de alimentos aprendidos del principio de la reciprocidad que les infunde la diosa Lulumoy. Los animales también son divinidades, las aves, y mamíferos como el murciélago, inspiran los vuelos chamánicos, y los cantos del mohán.

Entonces para el indio la montaña era sagrada en contraste con el significado de locus horridus castellano, un lugar tenebroso y lleno de espantos. El dios Yahvé castellano y el dios Gimbalaes pijao, libraron estrecha batalla por las creencias divinas. La guerra abrió frontera y la marca forestal imborrable hasta los inicios de la República, ausentes en la memoria histórica ambiental del Valle del Cauca.

Firme y altivo en su abstracta dimensión/ sangre furtiva difusa y espesa/ cantos ocultos espiral de serpiente/ convirtiendo al páramo en lugar de Chiri./ bosque indomable metamorfosis de espíritus/ resistencia bravía al hierro candente/ hizo al epitelio fundirse con piel extraña/ y al bajar serpenteante en medio del agua/ se hizo mola divina del Abya Yala.

Mientras los castellanos vivían incómodos cerca de la montaña, movilizó sus ciudades al plan del río del Cauca, evitando el arcabuco, el indio rebelde y sus espacios, en tanto que los pijaos siguieron cantando en los resguardos que la Corona les concedió, aunque se logró su adoctrinamiento al catolicismo, nunca olvidaron su pasado.

En conclusión, dar una respuesta al ¿Por qué la zona sur del Quindío tiene 250 años de vacío histórico? No sólo debe contemplar los aspectos normativos, institucionales, y económicos, sino además los aspectos simbólicos como traté de traerles a ustedes, de acuerdo con la documentación disponible.

Referencias.

Cortes, G. (2018) Toponimia de los sitios sagrados del pueblo pijao en el municipio de Natagaima del departamento del Tolima. Tesis de grado. Universidad Externado de Colombia, Bogotá.

Parsons, J. (1979: 106) La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Bogotá: 3ª Edición. Carlos Valencia Editores.

Rodríguez, C. (1990:87). Balance de los estudios arqueológicos sobre la historia prehispánica del Valle del Cauca, durante los años ochenta. Cali, NCIVA, Cespedesia, No 16-17, (59)-

Tascón, T. E. (1938) Historia de la Conquista de Buga. Bogotá. Ed. Minerva.

Triviño, L. Simbolismos de la madera y el bosque en la mentalidad medieval. (s.f). Recuperado de la web: https://www.academia.edu/30444324/Luc%C3%ADa_Trivi%C3%B1o_-

Velasco, M. (2017) El Bosque Literario. Tesis Doctoral. Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Disponible en: https://www.tdx.cat/handle/10803/462116

Puerta, M. (traductor) ((1606): 2017) Informe de Domingo de Erazo sobre la guerra contra los indios pijaos. En: Historia y sociedad (Documentos) No 33, julio-diciembre. 388. Recuperado el día 30 de octubre de 2017, en http://dx.doi.org/10.15446/hys.n33.63306.

Zuluaga, V. (2005: 123- 129) La nueva historia de Pereira: Fundación. (2da. Ed.) Universidad Tecnológica de Pereira.

Rafa Davidzen es seudónimo de Rafael Antonio Castaño Vélez. Autor.

Para mayor información favor escribir al correo: rafadavidzen@gmail.com

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Se prohíbe la publicación sin la expresa autorización del autor. Copyright 2023 por Rafael Antonio Castaño Vélez.

Si desea acceder a una mayor información sobre este tema, les recomiendo el libro “Fronteras, límites y periferias del Imperio Hispánico en el valle alto del río Cauca, provincias de Cartago y Buga, siglos XVI y XVII” favor enviar un email al correo referenciado arriba.

Otras publicaciones del autor están disponibles en la revista digital arrierías. En números anteriores efectuadas por el autor:

Arrierías número 49: Alegorías en la “Sierra Alta de los Pijaos” durante la época Colonial. Ver: https://www.arrierias.com/alegorias-en-lasierra-alta-de-los-pijaosdurante-la-epoca-colonial-autor-rafael-davidzen/

Arrierías número 50: ¿Por qué los Pijaos hurtaban las campanas católicas?

Ver: https://www.arrierias.com/por-que-los-pijaos-hurtaban-las-campanas-catolicas-por-rafa-davidzen/

Arrierías número 51: Que significó la exclamación ¡Santiago y a ellos! En el sur del Quindío.

Ver: https://www.arrierias.com/que-significa-la-exclamacion-santiago-y-a-ellos-efectuada-al-sur-del-quindio-en-el-ocaso-del-siglo-xvi-por-rafa-davidzen/

Arrierías número 52: ¿Fue la hoya del Quindío tierra de frontera cultural prehispánica?

Ver: https://www.arrierias.com/fue-la-hoya-del-quindio-tierra-de-frontera-cultural-prehispanica-por-rafa-davidzen/

Arrierías número 54: ¿Quiénes eran los bintima o bintimay, los verdaderos habitantes de la Caicedonia ancestral en los albores del siglo XVII?

Ver: https://www.arrierias.com/quienes-eran-los-bintima-o-bintimay-los-verdaderos-habitantes-de-la-caicedonia-ancestral-en-los-albores-del-siglo-xvii/

Arrierías número 55: La historia desconocida de los buliras de Caicedonia y del sur del Quindío. Parte I.

Ver: https://www.arrierias.com/la-historia-desconocida-de-los-buliras-de-caicedonia-y-del-sur-del-quindio-por-por-rafa-davidzen/

Arrierías número 72: ¿Qué tipos de animales sagrados existieron en Caicedonia?

Ver: https://www.arrierias.com/que-tipos-de-animales-sagrados-existieron-en-caicedonia-por-rafa-davidzen/

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